LAS HAZAÑAS DE UN PRÍNCIPE
En un monte lejano en las afueras de Vernazza, existía un mundo excepcional para el mundo
humano, donde se
podía percibir distintas criaturas que para la imaginación de una persona
parecían mágicas, entre aquellas criaturas se podía ver una flamante llama rojiza con
destellos
anaranjados y
amarillentos, su tamaño no era menos que de una mano humana, sin embargo, a la
hora en que
desbordaba su enojo, dicha pequeña flama se convertía en torrenciales llamas
que
procreaban el
fuego con el poder de destruir todo lo que encontraba a su paso. Su
exclusiva
paz era cuando
una pequeña jovencita lo venía a visitar en las noches para establecer una
plática
y después irse al
amanecer para volver a su reino, frente a ella podía convertirse y adquirir la
silueta de una
persona, llegando a conservar aquel característico color anaranjado
rojizo
en su cabeza y su cuerpo humano. Dicha jovencita dejó de ir a visitarlo y se sintió tan
desamparado y enojado que desbordó un fuego infernal en él, jurando de esta forma no
volver a dejar que cualquier humano volviera a pisar ese
monte.
En un poblado cercano al monte denominado Riomaggiore que
era gobernado por un monarca
egocéntrico frente a los ojos de los pueblerinos, sin
embargo, en verdad todo aquel poder se
observó en el monarca como un modo de resguardo frente a la
tristeza del deceso de su reina y
amada señora que al ofrecer a luz a su primogénito perdió la vida, dejándolo solo en compañía de aquella criatura que si te ponías a mirar de cerca, gozaba ciertos aspectos de su difunta mujer, es por esto que le poseía un monumental cariño y aprecio.
Con el tiempo, ese príncipe no solo llegó a adoptar los aspectos de su difunta mamá sino además la reacción de aquella dama que frente a todos era la pureza de ese reino, una de las aficiones del príncipe era poder pasear en las afueras del reino, al tener dicha alma de aventurero, su papá no estaba de acuerdo, debido a que creía que dentro del castillo estaría a salvo y resguardado de cualquier riesgo que acechara en las afueras.
El príncipe al observar las negativas de su papá decidió poner fin a dicha situación, escapándose a altas horas de la noche por una salida que descubrió no hace poco en sus días de curiosidad por recorrer los pasillos del reino, habiendo ideado ese proyecto de escape por diversos días, decidió ponerlo en marcha aquella noche donde la luna lo resguardaba con su luz resplandeciente, el chico poseía la sensación de que su mamá estaba en la luna y que a partir de aquel punto lo resguardaba cada noche.
Cuando pudo salir del reino se puso en marcha por el sendero frondoso que localizó a su paso, lo cual lo condujo a un monte un tanto peculiar, debido a que si lo veías detenidamente se asemejaba a una dama durmiente, al mirar profundamente ha podido percatarse que había una entrada que frente a la fácil vista parecería nula, grande ha sido su curiosidad que decidió encaminarse hacia aquella entrada adentrándose, sin embargo a la hora en que se percató de una silueta con un aspecto un tanto peculiar, sintió el dolor punzante en su nuca que llegó a nublar su vista, en consecuencia todo a su alrededor se volvió confuso y oscuro.
Al despertar gracias a los murmullos que escuchaba estando inconsciente, ha podido percibir pequeñas criaturas que lo rodeaban. Entre ellas ha podido percibir a un diminuto ser que solo se podía percibir los ojos monumentales que portaba y la dentadura filosa que enseñaba entre todo el pelaje blanco con destellos grises que portaba cubriendo de esta forma todo su cuerpo humano, el diminuto ser al darse cuenta le gruñó y se acercó a otro ser que gozaba la misma apariencia que el anterior, sin embargo, de un pelaje amarillento y blanco que al poco tiempo volteó su mirada hacia él. Es allí cuando decidió dialogar y de esta forma concluir con la incertidumbre y curiosidad que inició a tener al instante de ver a aquellas dos pequeñas criaturas.
-¡¿Quiénes son?! …¿Que es este lugar? …¿Por qué me golpearon en la nuca?- preguntó asustado.
-Primeramente, nosotros somos los guardianes de este monte y residimos en él, lo otro ha sido por el susto que nos proporcionaste al entrar a la propia morada, ustedes los humanos poseen terminantemente prohibido ingresar a este lugar…es por esa razón que nosotros te preguntamos a ti, ¿humano que haces aquí?-preguntó con una voz gruesa y a la vez aterradora para el chico.
-Solo vine a explorar un poco…vivo en un reino no bastante alejado de este sitio, quería adentrarme en el mundo de la travesía, mi papá, el monarca, no me lo permitía, es por eso que hoy decidí escaparme y aventurarme por mi cuenta-respondió de forma pausada y calmada.
-Bueno, temo decirte que tu tiempo como aventurero terminó, pues tú no deberías de estar aquí, si él ve que te encuentras aquí se pondrá furioso y no deseamos que se enoje como la vez pasada, lo mejor va a ser que vuelvas a tu reino y olvides que viniste a este sitio, además de que guardes silencio de lo que presenciaste esta noche, ya que de lo opuesto te encontraremos y no querrás saber el final trágico que te espera-al concluir de decirlo lo fulminó con la mirada y le mostró sus dentaduras filosas.
En el lapso del sendero, el joven forcejaba con ambas pequeñas criaturas, sin embargo cada esfuerzo era nulo, debido a que al parecer aquellas dos pequeñas criaturas además de tener una peculiar apariencia eran poseedoras de una enorme fuerza para la magnitud que portaban.
Al concluir el recorrido ambas pequeñas criaturas decidieron
arrojarlo en la entrada, y cubrir la
entrada con una fuerza defensora que era desconocida para el
joven que al intentar de ingresar
nuevamente ha sido lanzado bruscamente lejos de la entrada
Desilusionado por los intentos fallidos de querer entrar
nuevamente a la caverna y los dolores
que portaba su cuerpo humano por cada una de las caídas que
obtuvo al querer ingresar, decidió
volver al reino prometiéndose a sí mismo volver a la caverna
al día siguiente en el anochecer
para volver a intentar nuevamente.
En el lapso de volver a su reino por el sendero frondoso ha podido notar una pequeña luz proveniente del bosque, por la curiosidad que portaba, decidió adentrarse al bosque y saber cuál era la causa de aquella luz proveniente, al adentrarse ha podido percibir una pequeña flama flotante, que por su tamaño podía deducir que no medía menos que de una mano humana, al acercarse y querer tocarla, dicha pequeña flama volteo y adquirió una silueta humana, llegando a conservar aquel característico color anaranjado rojizo en su cabeza.
- ¿Eres tú? …pero… ¿por qué adquiriste dicha forma?-dijo lo último en un susurro.
-Disculpa, pero no entiendo lo que me dices y no sé a quién te refieres---contestó en un tono
dudoso.
- Pensé que eras la pequeña jovencita que me venía a
visitar sin embargo luego… ¡ella me dejó
desamparado prometiendo volver, pero no lo hizo!-mencionó enojado realizando que los destellos
de fuegos que su cabeza portaba se intensificaran y crearan
temor en el príncipe -, te pareces
tanto a ella que por un rato pensé que lo eras pero… ¡¿Quién
eres?!-
-Bueno pienso que me estoy acostumbrando a que me
pregunten aquello pero…creo que el
individuo que te refieres es a mi madre-mencionó lo último
de forma melancólica-la cuestión
es que ella ya no se encuentra en este mundo, pues murió al
poco tiempo en que llegué a nacer,
en el reino no hablan mucho de ella pues mi papá se vuelve melancólico.
- ¿Tu madre? … ¿la pequeña jovencita murió?---mencionaba
todo lo comentado de forma
asombrada y con tristeza.
-Así es…como tú conociste a mi mamá, ¿me podrías contar sobre
ella, por favor?, como lo
mencioné anteriormente, mi papá no permite que hablen en
el reino sobre ella y no tengo mucho
entendimiento solo sé por mis nodrizas que tengo ciertos
aspectos de ella y además varias
reacciones, sin embargo es poco el entendimiento que tengo
sobre ella que me agradaría que tú
me lo contaras, por favor.
- ¿Cómo puedo saber que no me estas mintiendo, chiquillo?-lo miró con el entrecejo fruncido y
una mueca en su rostro.
-Mira-le mostró una pequeña mancha que portaba en su
brazo izquierdo que se asemejaba a
una luna menguante-, en el reino me dijeron que mi mamá
portaba dicha mancha en su
tobillo derecho.
Al notar esa marca que le mostró ese chiquillo ha podido
cerciorarse de que no mentía, decidió
contarle sobre aquella jovencita que la visitaba cada noche para establecer un diálogo y
que después se marchaba al amanecer con la promesa de volver
al día siguiente a la misma hora
en la noche.
Al concluir de contarle todo sobre su mamá y de las pequeñas experiencias que tuvieron en sus encuentros ha podido percibir que ese muchacho sonreía y lloraba con los relatos que le contaba, dicha sonrisa le hizo acordar a la joven, lo cual provoco en él una sonrisa y pensar todavía más en las aventuras que vivió con aquella jovencita.
Cuando terminó de contarle lo cual sabía sobre su mamá se
sintió más tranquilo y emocionado al
saber sobre dicha dama que al igual que él portaba el alma
de un aventurero, al término de la
charla decidió que él tomaría el sitio de su mamá y visitará
a aquella flama como lo hizo su mamá
alguna vez, la pequeña flama asumiendo la promesa y
volviendo a tener la confianza en los
humanos decidió volverse amigo de ese chico que gozaba la
peculiaridad de aquella muchachita que
ha sido su amiga.
Es de esta forma que con aquella promesa frente a ese
muchacho y dicha pequeña criatura,
cada anochecer a la misma hora, el príncipe ideaba alguna
táctica para escabullirse y huir para ir
en busca de
alguna travesía al costado de aquella flamante llama.
- Yessel Fernández
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